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¿Qué es un Trust Patrimonial?

Para profundizar más en qué es un trust patrimonial, primero deberíamos esclarecer los dos conceptos que lo componen: el trust y el patrimonio.

En primer lugar, un trust es lo que, en español, nosotros llamaríamos un fideicomiso. Se trata de un contrato que busca separar a la propiedad jurídica de los activos, estipulando cómo estos últimos serán gestionados a lo largo del tiempo, siguiendo los deseos del fideicomitente (también llamado settlor).

En resumen: a través del trust, una persona le transfiere la propiedad de ciertos bienes o activos a otra, encomendándole la responsabilidad de administrarlos con el objetivo de beneficiar a uno o más terceros.

Esto siempre es, por supuesto, siguiendo los deseos y condiciones del dueño original de los activos.

Por otro lado, el patrimonio son justamente esos activos que el trust se encarga de gestionar y administrar. Se trata de bienes cuyo valor no solo radica en lo económico y lo material, sino también en lo personal y lo sentimental.

Entonces, un trust patrimonial es, en esencia, un fideicomiso que tiene como principal objetivo preservar el patrimonio de un fideicomitente (settlor) a lo largo del tiempo.

Y eso se hace con el objetivo de que, de acuerdo a los deseos de este último, un grupo de beneficiarios se vean favorecidos por los mismos.

¿Qué impulsa a alguien a recurrir a un trust patrimonial?

La principal motivación que suele llevar a los latinoamericanos a abrir fideicomisos en el exterior es la posibilidad de garantizar niveles de protección para sus activos que en sus países de origen no podrían alcanzar.

Y esto se logra porque, al pasar legalmente a estar a nombre del trust, el patrimonio allí asignado no puede sufrir embargos ni ningún destino similar.

Esto se debe a que ahora son una figura jurídica independiente, y eso les garantiza que ningún tercero podrá intervenir con ellos.

La popularidad del trust patrimonial está creciendo en muchos ámbitos, pero quizás el más popular es el de las herencias familiares.

Los trusts permiten que el fideicomitente deje por escrito cuáles son sus deseos y cómo se debe proceder con la gestión de sus bienes una vez que haya fallecido.

Estas condiciones se establecen en lo que se conoce como una “carta de deseo”, y es responsabilidad del trustee garantizar que se cumplan.

Sin embargo, éstos últimos pueden intervenir en estos deseos si consideran que eso traerá consigo una mejor protección, perdurabilidad o integridad para los bienes.

En un trust patrimonial, la transparencia la mayor virtud. Cualquier decisión y movimiento debe estar enfocado únicamente a procurar la protección de los bienes.

De esta forma, se evitan malos entendidos, peleas y juicios innecesarios a futuro, evitando situaciones engorrosas tanto a nivel legal como a nivel personal.

La proyección a largo plazo que supone un trust patrimonial puede llamar la atención en un mundo tan efímero y oportunista como lo es el actual.

Sin embargo, si hay algo que las personas hoy en día buscan garantizar es que sus sucesores o la gente que le importa pueda tener un futuro mejor.

Y eso es lo que se logra a través de un trust: se garantiza la protección y la defensa del patrimonio, así como una planificación a futuro que le garantice al fideicomitente que sus bienes llegarán a quién le tengan que llegar, aún cuando ellos ya no estén entre nosotros.

De hecho, no es casualidad que la palabra trust se traduzca a nuestro idioma como “confianza”. Se apela a ella, confiando en la sociedad fiduciaria y confiando, por sobre todas las cosas, en un futuro próspero para los seres queridos.

En síntesis, hay tres grandes motivaciones para establecer un trust patrimonial:

  1. La protección del patrimonio
  2. La transferencia generacional y la correcta planificación de herencias
  3. La neutralidad fiscal


¿Qué entidades forman parte de un trust patrimonial?

Un trust patrimonial está integrado por varias partes y actores, los cuales son indispensables para su existencia y óptimo funcionamiento.

El Settlor

El primero de los actores que forma parte del establecimiento de un trust patrimonial es el fideicomitente (también llamado settlor).

Se trata, justamente, del otorgante, de aquel que es dueño de los bienes y que tiene la intención original de establecer el trust, ya sea para una herencia o para cualquier otro de los escenarios previamente analizados.

El Trustee

Los trustees tienen la función de administrar la propiedad o los activos que integran el trust patrimonial. Es decir, son los gestores del patrimonio.

Como ya se ha dicho, su gestión debe tener como principal foco y motivación garantizar el favorecimiento de los beneficiarios, así como también preservar el patrimonio a lo largo del tiempo y, si es posible, engrosarlo.

El trustee es, además, el titular temporal de los bienes que administra, por lo que su rol dentro de un trust patrimonial es crucial.

Los Beneficiarios, la razón de existir del trust patrimonial

El último grupo que integra un trust patrimonial (o de cualquier tipo) son los beneficiarios.

En el escenario de una herencia, estos estarían representados por aquellos que están en vías de recibir el patrimonio.

Son quienes dan sentido de existencia al trust. El trust se constituye y se mantiene en favor de ellos, por lo que sin su presencia la mera existencia de este tipo de contratos no tendría valor.

Un rol extra pero sumamente valioso para el trust patrimonial: el protector

Por último, el settlor puede nombrar, si así lo desea, a un protector. Se trata de un tercero que tiene por único objetivo guiar y supervisar al trustee en el desempeño de sus funciones.

Si bien contar con un protector en un trust patrimonial es opcional, se trata de algo sumamente recomendable, puesto que contará con el poder de cambiar al trustee si éste ejerce su rol de manera irresponsable.

En síntesis, es quien se encarga de que los deseos del settlor se cumplan. Cuando se trabaja con bienes tan valiosos, no solo económica sino también sentimentalmente, tener esa tranquilidad es algo que siempre se agradece.

Por Alejandro Zubiria.